En el poblado se proyecta el desarrollo de alta densidad denominado MiraSierra
Río Blanco, ejemplo de cómo el bosque y el campo son tragados por la ciudad
Las aguas residuales de 20 mil viviendas irían a parar al ya contaminado río Blanco
El poblado Río Blanco de Zapopan, uno de los principales afectados con la posible construcción del desarrollo inmobiliario de alta densidad MiraSierra, en el bosque El Nixticuil-San Esteban-El Diente, es ejemplo de cómo la ex villa maicera ha permitido que la ciudad prácticamente se trague al campo.
Fermina Venegas, quien llegó a este poblado hace más de 35 años, recuerda que todavía hasta hace unos años las poco más de 500 personas de Río Blanco mantenían como su principal fuente de ingresos la agricultura, pero desde hace casi un lustro los ejidatarios comenzaron a vender sus parcelas y hoy la mayoría de los hombres se dedican a la extracción de cantera en bancos de materiales.
El desarrollo MiraSierra, diseñado para albergar a casi 100 mil habitantes, prácticamente envolvería a la comunidad de Río Blanco, sin embargo, muchos de los que ahí viven tienen poca información sobre lo que eso implicaría.
La señora Venegas, quien habita una casa sin agua potable, con piso de tierra y en la que prácticamente todo excepto los dormitorios está al aire libre, los problemas que traería consigo MiraSierra, además de quitarle la privilegiada vista del bosque hacia el lado de El Diente, serían la mayor contaminación del río Blanco, la inseguridad que generaría la alta densidad poblacional y el que les quitaran el único sitio que aún tiene para salir a caminar. Desde la loma en la que se encuentra su casa apunta con el dedo hacia el valle boscoso y dice: “Todo eso estaría lleno de casas”.
Eduviges Villalobos, otra de las habitantes de Río Blanco, asegura que ha escuchado de oídas sobre el proyecto de MiraSierra, y aunque dice no saber bien de qué se trata, en su opinión podría haber algunos beneficios para el poblado si se concreta el desarrollo inmobiliario, como el mejoramiento del camino de acceso, que prácticamente es una brecha en la que aún se ve gente a caballo.
No obstante, la señora Villalobos también se muestra dudosa de que los beneficios sean mayores que los daños para su comunidad y se pregunta qué pasará con las aguas residuales de las más de 20 mil viviendas proyectadas en MiraSierra y que pueden ir a parar en el de por sí ya contaminado río Blanco.
Por su parte, el delegado municipal del poblado, Ángel González, asegura que no hay información oficial respecto a lo que implicaría para la comunidad el desarrollo inmobiliario, sin embargo, prefiere mantenerse optimista y pensar que puede haber beneficios. Para empezar, a González se le ocurre que Río Blanco, donde actualmente hay bastantes personas que no gozan de agua potable y algunas como la señora Venegas deben pagar hasta mil pesos mensuales para comprar pipas, pueda abastecerse de los pozos que ya se han perforado en los terrenos de MiraSierra.
Irregularidades en la MIA
Arturo Curiel Ballesteros, investigador de la Universidad de Guadalajara, tras revisar la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada por el Grupo Guadalajara para solicitar a Semarnat el cambio de uso de suelo forestal de 71 hectáreas que se integrarían a las 691 hectáreas que comprende todo el proyecto, señaló que la zona donde se pretende hacer deforestación no pertenece a la Unidad de Gestión Ambiental (UGA) Ag3 141 Protección, como lo señala el estudio, sino a la UGA Fo3 133 Conservación, donde el uso de suelo compatible es flora y fauna, mientras que el uso de suelo condicionado es pecuario y agrícola.
Por lo anterior, señaló el investigador, en esos predios los asentamientos humanos no están permitidos y no procede un proyecto de este tipo.
Indicó que el resto del proyecto sí está en la UGA Ag3 141 Protección, pero recuerda que ahí lo que corresponde es proteger el uso agrícola.
“En esta UGA se considera el criterio C19 y se prohíbe el establecimiento de asentamientos humanos en suelos con alta fertilidad. La zona en cuestión presenta suelos de este tipo (curiosamente en la MIA se considera como que ‘No Aplica’), por lo que no se podría sustituir suelo con capacidad de producción de alimentos por construcción de casas. En caso de encontrarse terrenos que tengan una fertilidad (que pudieran estar en los sitios de canteras) se aplicaría el criterio C20, que implica cuatro viviendas por hectárea o 20 habitantes por hectárea, lo que no se cumple de ninguna manera en el proyecto”, señaló.
Respecto a las medidas de mitigación en materia de biodiversidad que se mencionan en la MIA, el investigador indicó que no están relacionadas ni para mitigar los impactos ocasionados ni para garantizar un bienestar, pues no cumplen los criterios básicos de los organismos internacionales.
0 comentarios:
Publicar un comentario