El bosque del Nixticuil, en peligro
Recientemente el Comité Salvabosque Tigre II, que agrupa a vecinos de la Colonia El Tigre II y de las zonas aledañas al bosque del Nixticuil, en la región poniente del municipio de Zapopan, denunció que la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), propiedad de la poderosa familia Leaño, pretende destruir 280 hectáreas del bosque del Nixticuil, con el absurdo de construir el parque de investigación científica de la UAG.
Con tal propósito, señalan los denunciantes, se ha cortado el libre paso por la zona del bosque destinada al complejo universitario y se ha intensificado la vigilancia con el aparente fin de impedir el paso a dicho lugar y ocultar a los ojos de la ciudadanía los más de 5 mil árboles que han sido marcados con etiquetas para ser talados.
Asimismo, explican los integrantes del Comité Salvabosque que la situación es difícil, pues dicha área boscosa es refugio y zona de anidación de muchas aves, incluidos el halcón, el gavilán y el gavilán de Cooper, especies protegidas por la norma mexicana NOM-059 -ECOL-2001. Ahondando en la descripción de la amenaza, indican que tanto en el subsuelo como en la superficie de las 280 hectáreas propiedad de la UAG los procesos biológicos resultan de importancia vital para el bosque, agregando que en el cerro del Nixticuil, sobre el que se asienta parte del Hospital Angel Leaño, se originan dos acuíferos subterráneos que benefician a la poblaciones de Río Blanco, San Esteban y San Miguel Tateposco, cuyos habitantes se valen de norias y represas para satisfacer sus necesidades.
Con anterioridad hemos comentado que la rapacidad empresarial por los espacios urbanos de Guadalajara y su zona de influencia, aun cuando no es nueva, sí resulta evidente que se ha intensificado en los últimos años, siendo un caso dramático el del estratégico corredor biológico del poniente, localizado en los municipios de Zapopan y San Cristóbal de la Barranca, e integrado sustancialmente por el bosque de La Primavera, Nextipac, el bosque del Nixticuil, El Diente y la barranca de los ríos Santiago y Verde.
Desde hace años la familia Leaño ha medrado en dicha región, habiéndose apropiado en forma ilegal de importantes extensiones correspondientes a la propiedad de la comunidad indígena de San Juan de Ocotán, pues, de hecho, las instalaciones de la Universidad Autónoma de Guadalajara se localizan en terrenos de la comunidad antes señalada que fueron obtenidos en forma fraudulenta.
El caso del bosque del Nixticuil, invadido por los Leaño, es el mismo; a pesar de su importancia ecológica, el Ayuntamiento de Zapopan ha permitido la construcción de fraccionamientos de alta densidad al pie de dicho bosque, sin respetar la zona de amortiguamiento que debe existir para la protección de la flora y la fauna, pues también esta importante área natural ha despertado la codicia de las empresas inmobiliarias.
En dicho tenor, la denuncia hecha por el Comité Salvabosque no resulta un relámpago en cielo sereno, sino un capítulo más en la ya larga historia de voracidad empresarial y destrucción de Guadalajara y su Zona Metropolitana.
Luego entonces, a la pretensión de la UAG por urbanizar un área sustancial del bosque del Nixticuil habría que sumar la clara intención gubernamental por construir, ahora sí, el macrolibramiento sur Zapotlanejo-El Arenal, que atravesará el bosque de La Primavera y facilitará la especulación inmobiliaria en dicha zona.
Parece que a nuestra atribulada sociedad no le quedan más que dos opciones: consentir la destrucción y privatización inmisericorde de la naturaleza y los espacios humanos, o generar un amplio movimiento que resista la salvaje embestida capitalista en contra de la vida humana y sus espacios vitales. Ciertamente el Comité Salvabosque Tigre II ha fijado su posición y se muestra intransigente en la defensa del bosque del Nixticuil, pero, ¿cuál opción elegiremos los demás?
Foto: ARTURO CAMPOS CEDILLO
Se ha intensificado la rapacidad empresarial en los bosques de Guadalajara
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