miércoles, 14 de febrero de 2007

La Jornada Jalisco:

La Feria

JORGE SOUZA JAUFFRED

El síndrome del bebé azul

El Nixticuil, espacio vital codiciado por ambiciosos fraccionadores

En Guadalajara ha aparecido el síndrome del bebé azul. Un padecimiento que afecta principalmente a los niños menores de cuatro años y en forma particular a los bebés. La enfermedad, que puede reconocerse porque la orina del niño, y a veces la piel, muestra un color azuloso, es producida generalmente por la ingestión de agua contaminada con nitratos. Los nitratos son nocivos para la salud porque transforman la hemoglobina, una proteína que está en la sangre encargada de llevar oxígeno a los pulmones, en metahemoglobina, una sustancia que no cumple con esta función y deja al enfermo con dificultades para respirar.

Roberto Maciel Flores, especialista de la Universidad de Guadalajara, afirma que el problema es producido porque las aguas subterráneas de la zona han sido afectadas por agroquímicos, aunque nuevas indagaciones permitirán establecer con mayor precisión la causa del problema y sus posibles soluciones.

Sin embargo, está claro que el cambio de uso del suelo que ha sufrido el Nixticuil está ligado al origen de la enfermedad. Este hermoso bosque, cercano a la piedra conocida como “El Diente” (una de las preferidas de los escaladores y excursionistas tapatíos) ha sido agredido constantemente y muchas de sus hectáreas se han convertido en tierras de cultivo que son fertilizadas con agroquímicos, o en zonas urbanas que impiden la filtración de las aguas. Este cambio de uso del suelo se encuentra en la base de la contaminación con nitratos.

El Nixticuil, en la mira de los fraccionadores

Pero no es el único problema de El Nixticuil. Tiene muchos otros. Uno muy grave es la pretensión de los fraccionadores de urbanizar la zona; particularmente, la Universidad Autónoma de Guadalajara, que pretende mantener la posesión de unas 400 hectáreas (primero reclamaba poco más de 50), lo que podría ocurrir, pues en la iniciativa que el Congreso del Estado aprobó en comisiones en diciembre y que busca proteger esa reserva natural, hay algunos huecos que beneficiarían a los terratenientes.

Aunque el bosque se extiende en más de mil hectáreas, por lo pronto se busca preservar y proteger a 170 de ellas, para beneficio de los tapatíos. Los vecinos de la zona, que se encuentran estupendamente organizados, proponen la inmediata creación de un parque de 30 hectáreas.

No hay que perder de vista que esos terrenos, y muchos cientos de hectáreas más fueron adquiridas en una bicoca por los dueños de la Autónoma y otros acaparadores de tierras. Centavos por hectáreas. Y ha sido el acelerado crecimiento de la ciudad, lo que convirtió esos terrenos sin valor en una superficie que puede venderse a precio de oro, si la fraccionan en forma similar a sus anteriores desarrollos.

Aunque el crecimiento urbano no puede detenerse, sí puede, en cambio, ordenarse. La preservación de las zonas boscosas son vitales para la ciudad y para el bienestar de las generaciones futuras. Y eso, señores, es mucho más importante que permitir que las familias de especuladores de tierras y los fraccionadores llenen de dinero sus ya repletas bolsas.

Tierra que vale oro

Ya el ex alcalde zapopano y aspirante a gobernar Jalisco, Jorge Zamora (PRI), había intentado romper la valiente defensa de los vecinos del Nixticuil para comenzar a urbanizarlo. Primero pretendió reubicar ahí a las personas que resultaron afectadas por las grietas que se abrieron en Nextipac durante el temporal de lluvias de 2005; más tarde proyectó urbanizar una superficie para construir 250 viviendas, ubicar un asilo (qué buena estrategia) y realizar otras obras sobre un eje doble de avenidas de 40 metros de ancho que atravesaban el centro del bosque. Lo peor venía después: un proyecto para crear un parque industrial en unas 40 hectáreas. Estaba, pues, listo, el plan para urbanizar y arrebatar el bosque a la naturaleza.

Ya antes, el ex alcalde Macedonio Tamez había beneficiado a los fraccionadores al cambiar los planes de uso del suelo de extensas superficies. Por fortuna, el sucesor de Zamora, el alcalde interino Ismael Orozco Loreto, apoyándose en el director de Ecología, Carlos de Alba, promovió la iniciativa de protección del bosque, documento que ahora se encuentra en manos del Congreso del Estado.

La nueva legislatura tiene el deber de analizar la iniciativa que dejaron aprobada en comisiones los diputados anteriores y quitar los huecos y errores para proteger esa reserva natural de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en donde, por cierto, se encuentran las reservas acuíferas subterráneas que abastecen a una gran parte de la ciudad.

Asimismo, es necesario que el nuevo gobierno luche contra la inercia. Que la Semades no pacte más con los depredadores, que las autoridades de Zapopan, encabezadas por Juan Sánchez Aldana, se alejen de la práctica de los políticos negociantes que han manejado ese municipio y se concentre en ordenar el caos. Sólo en esa forma habrá una esperanza para esta ciudad. Una esperanza que incluye la protección del Nixticuil.

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