sábado, 19 de septiembre de 2009

Público:

Ponencias cuestionan el megaproyecto que afectaría a los bosques en El Nixticuil

En consulta, vapulean al desarrollo Mirasierra

Ciudadanos ponen en aprietos a promotores de la "nueva ciudad".

No le hallan pies ni cabeza. Los académicos, activistas sociales y ambientalistas que acudieron ayer a la consulta pública del megadesarrollo inmobiliario Mirasierra, que pretende edificar una ciudad de cien mil habitantes entre el bosque templado caducifolio de El Nixticuil y el fértil valle de Tesistán, en Zapopan, reprobaron lo que pinta para un riesgoso ensayo de aprendiz de brujo.

La pócima explosiva tiene los siguientes elementos: un discurso de “desarrollo sustentable” que incluye la improbable creación de un “hombre nuevo” que no daña el ambiente; improvisación técnica; autoridades que priorizan la inversión sobre un entorno natural frágil; ganancias multimillonarias por la venta de miles de casas, y el casi inevitable asomo de un desastre urbano de dimensiones colosales (remember Tlajomulco).

Las grandes dudas y reclamos de los asistentes al acto de ayer, en uno de los auditorios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), se pueden resumir en pocas líneas.

Uno, el típico y tramposo cercenamiento de un predio de casi 700 hectáreas para que el análisis de impacto ambiental se limite a 70 ha cuyo uso del suelo se cambiará, y así no medir los “impactos totales”. Dos, la escasez de diagnósticos y proyectos específicos sobre problemas como el agua (se necesita 600 por ciento más de lo que produce la cuenca), la contaminación (no están ni siquiera diseñadas las plantas de tratamiento), los accesos viales, las áreas verdes, el hacinamiento, la infraestructura pública, la basura… todo lo que exige una ciudad para ser viable. Tres, la violación de los usos que definen las unidades de gestión ambiental del ordenamiento territorial vigente, así como otras zonificaciones con valor de ley, como las propias del área protegida.

Los ciudadanos presentes, entre ellos dirigentes de colonias vecinas, académicos de diversas disciplinas, y activistas sociales y ambientales, dejaron claros los absurdos e insuficiencias del proyecto.

“No está bien enfocado el tema; pretenden que se juzgue el impacto ambiental y se limitan a las 70 hectáreas del cambio de uso de suelo forestal, y es tramposo, pues es un desarrollo mucho más grande con impactos acumulativos crecientes”, advirtió Pedro León Corrales, director del Instituto de Derecho Ambiental.

Por su parte, Mónica Pérez-Taylor consideró incongruente que se siga apelando a la vivienda popular masiva, cuyo mercado es declinante. María del Rayo Calderón cuestionó las bases teóricas del desarrollo. Los dirigentes vecinales destacaron la imposibilidad de que ese enorme asentamiento pueda obtener por sí sólo una cantidad de agua equivalente a 5 por ciento de lo que Guadalajara le extrae a Chapala, y ni siquiera se cuente con diseño de plantas de tratamiento, lo que expondría al río Blanco a un colapso severo en su calidad.

La voz empresarial la llevó el director del proyecto, Joseph Rodrick Medina, quien evadió las preguntas más complejas o comprometedoras, como el caso del agua, y habló de conceptos abstractos o generalidades para convencer a los críticos. Prometió además que todo lo que les señalaron será “incorporado al plan maestro”.

“No queremos un desarrollo que muerda el área protegida, sino que se integre y proteja; que la gente tenga la cultura de abrazar al bosque y no dañarlo”, añadió optimista el directivo empresarial. Mientras llega ese hombre nuevo, mesurado y humilde, el verbo común que se conjuga en estas florestas es “abrasar”: fuegos destructores, desmontes, erosión… el agente suele ser el Homo sapiens urbano, pero la oferta de cambio es esta nueva ciudad de utopía.

Más críticas

Algunas de las observaciones planteadas ayer en la consulta:

Cien mil moradores implican una carga tal sobre los ecosistemas que la idea de mitigación queda en la esfera de lo imposible

Un asentamiento humano que gaste mucha más agua de la que produce la cuenca no puede ser considerado sustentable

Urbanizar en un área protegida es un precedente nefasto para el futuro del sistema nacional de áreas naturales protegidas

Convertir un bosque en áreas verdes modificadas es un sinsentido

Esa cantidad de habitantes implica además una carga vial que colapsará las vías de acceso, desde la carretera a Tesistán

Fuente: Críticas de ciudadanos. ambientalistas y científicos al manifiesto de impacto ambiental del desarrollo Mirasierra

Guadalajara/Agustín del Castillo

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